Julio de 2020: Bob Hamilton sostiene el respirador HAMILTON-T1 n.º 1000 producido en Reno, Nevada. Justo unos meses antes, este edificio era solo una fábrica abandonada.
"Ahora puedo imaginarme cómo debió sentirse mi padre cuando finalizaron nuestro primer respirador en Suiza. Es abrumador". Pero hay una diferencia. En 1984, Hamilton Medical apenas era una empresa emergente. A día de hoy, uno de cada cinco respiradores en el mundo está fabricado por nosotros.
Las instalaciones de producción de Reno se planificaron, implementaron y pusieron en marcha en tan solo cuatro meses. Y todo ello durante la pandemia del coronavirus. "Nuestras décadas de experiencia en producción en las instalaciones suizas supusieron una gran ventaja", apunta Bob Hamilton. "Fue un extraordinario trabajo en equipo. Nunca imaginé que una situación así pudiera suscitar tal unión".
La mentalidad de mi familia es impulsar la innovación para mejorar la vida de las personas. Mi abuelo Clark revolucionó el mundo con la invención de la jeringa de microlitros, que constituyó la base del actual Hamilton Group allá por 1947.
Mi padre, Steve, fue el artífice de algunas de las innovaciones del sector de la ventilación mecánica. Y seguiremos innovando en el futuro, porque estamos comprometidos a ayudar a los equipos médicos a prestar la mejor asistencia respiratoria posible a cualquier persona y en cualquier lugar.
CEO/Tercera generación de la familia Hamilton
Fue un pequeño anuncio en la prensa suiza lo que vertebró las bases del éxito de Hamilton Medical. Llevado por la curiosidad, el joven Steve Hamilton se puso en contacto con el anunciante anónimo. Esto derivó en una reunión con el ingeniero suizo Amadeo Meyer en 1980.
Esta reunión condujo a un éxito rotundo para ambas partes. Amadeo Meyer había encontrado un inversor que podía ayudarle a hacer realidad su idea de un respirador basado en un microprocesador. Y Steve Hamilton había encontrado un nuevo campo en el que continuar los pasos de su padre: la ventilación mecánica.
Steve Hamilton vio la oportunidad y la cogió con las dos manos contratando a Amadeo Meyer. Juntos, buscaron ingenieros que pudieran ayudarles a desarrollar un respirador basado en un microprocesador. En 1983, se fundó Hamilton Medical AG en un pequeño motel cerca de Bonaduz.
"Mi abuelo había fundado Hamilton Bonaduz hacía más de una década. Quedamos impresionados por lo que nuestros colegas suizos eran capaces de hacer, por lo que pensé que esta sería la ubicación perfecta para la aún incipiente Hamilton Medical", cuenta Bob Hamilton. "Mi padre siempre hizo especial hincapié en lo mucho que eso facilitó todo".
"Solo era un niño, pero aún recuerdo a mi padre hablándome del primer respirador y de su equipo de ingenieros especializados en Suiza”, recuerda Bob Hamilton.
En 1984, VEOLAR fue el primer respirador construido controlado por un microprocesador. Con él, los dispositivos electrónicos analógicos pasaron a la historia. El software pasó a ser la nueva norma, abriendo todo un mundo de posibilidades. Muchas funcionalidades, como el disparo por flujo, se fueron añadiendo de manera gradual: un importante avance más en la comodidad del paciente.
"Con VEOLAR, el flujo ya se medía directamente en la boca del paciente. Esto nos ofrecía una señal del paciente sin ningún filtro", afirma Bob. "La medición del flujo proximal es una tecnología clave en la que nos hemos apoyado mucho para lograr individualizar la ventilación lo máximo posible”.
"Nuestro primer respirador no era bonito", sonríe Ralph Teuber, que se mudó desde la costa báltica alemana a los Alpes suizos en 1992. “Pero el VEOLAR fue la base de todos nuestros proyectos futuros. Incluso por aquel entonces ya era lo suficientemente inteligente como para poder adaptar la ventilación al estado del paciente".
Durante muchos años, Ralph Teuber ha estado a cargo de la gestión de productos de nuestros respiradores. Actualmente, el diseño del producto también desempeña un papel primordial. "Por supuesto, el aspecto visual es importante, pero la ergonomía lo es incluso más, algo que se tiene en cuenta en todo el proceso de desarrollo".
“Cuando era más joven, mi padre hablaba de sus contactos con personas involucradas en el programa espacial. Era algo que me impresionaba mucho. Pero no fue hasta años después cuando comprendí que esto había sido el comienzo de una gran idea", recuerda Bob Hamilton.
En 1987, Steve Hamilton se puso en contacto con un médico de la NASA. Su objetivo era dotar una lanzadera espacial con una UCI que pudieran poner en marcha profesionales no sanitarios. "Era una locura que inspiró a mi padre a crear un sistema de ventilación automatizado. Hacer que la ventilación fuera posible para cualquiera, en cualquier lugar".
En los siguientes años, invirtió mucho tiempo y dinero en mantener libre a su equipo de I+D para que intentaran hacer realidad esta idea.
Las grandes ideas requieren mucho espacio. Siete años más tarde, el motel donde comenzó todo se quedó pequeño. Parte del equipo de Hamilton Medical cambió su residencia al edificio de su empresa hermana en Bonaduz.
Por aquel entonces, no había ninguna tecnología de sensor fiable para medir datos fisiológicos como el CO2 en la espiración. Por pura casualidad, el equipo descubrió que su idea podía implementarse sin la necesidad de una tecnología de sensor.
“Incluso hoy, me dicen que mi padre estaba totalmente entregado a la causa y que, por encima de todo, estuvo presente. Siempre motivó a sus empleados para que continuaran”, recuerda Bob Hamilton, "incluso con todos los contratiempos e incertidumbres. A pesar del alto riesgo que implicaba, sentía la obligación de seguir invirtiendo para seguir mejorando la ventilación mecánica".
La idea de Steve era que el sistema debía comportarse como un piloto automático: al principio, la terapia de ventilación debe iniciarse e optimizarse para adaptarse al paciente. Durante la ventilación, el dispositivo debe ajustar y optimizar los valores de manera continuada.
Tan pronto como el paciente comience a respirar por sí mismo, el sistema debe iniciar el proceso de retirada para que puedan separarse lo antes posible del dispositivo.
“La metáfora de un piloto apasionado ha permanecido con nosotros a lo largo de décadas de desarrollo", recuerda el Dr. Thomas Laubscher, quien ha colaborado con la empresa desde sus orígenes.
Ya no había espacio suficiente en el edificio de Bonaduz. Los equipos de producción y logística se mudaron al nuevo edificio en las proximidades de Ems.
"En aquel momento, nadie imaginaba que pronto necesitaríamos mucho más espacio. El siguiente año estuvo repleto de grandes éxitos, crecimos muchísimo en 2019. Luego, vino la pandemia del coronavirus y la demanda de nuestros productos crecieron de manera exponencial", explica Bob Hamilton.
“La pandemia del coronavirus me ha recordado más que nunca el impacto que puede llegar a tener nuestro trabajo diario. Si nos remontamos a la década de 1980, nuestros primeros ingenieros ya habían comenzado a desarrollar la tecnología de ventilación inteligente. El objetivo era facilitar el trabajo a los equipos médicos para ofrecer una asistencia respiratoria más segura e individualizada a los pacientes, incluso sin expertos en ventilación.
En las últimas décadas, hemos revolucionado la ventilación mecánica con tecnologías como ASV®, INTELLiVENT®-ASV e IntelliSync®+. Y lo seguiremos haciendo, porque estamos comprometidos a ayudar a los equipos médicos a prestar la mejor asistencia respiratoria posible a cualquier persona y en cualquier lugar”.
Somos un equipo multinacional con presencia en diferentes países que persigue un objetivo común: ayudar a los equipos médicos a prestar la mejor asistencia respiratoria posible a cualquier persona y en cualquier parte.