Autor: Caroline Brown
Fecha: 07.12.2022
Si bien actualmente existen pruebas abundantes sobre el uso de sistemas de bucle cerrado en adultos, los datos disponibles sobre su uso en pacientes pediátricos son muy limitados. De manera similar, existen pocas pruebas sobre el efecto de la presión de trabajo (∆P) en los resultados de niños, algo que en adultos se ha determinado como la variable más estrechamente asociada con la mortalidad en pacientes adultos con SDRA (
En este ensayo controlado aleatorizado participaron 26 pacientes con una edad media de 16 meses y con estados pulmonares heterogéneos (restrictivo, obstructivo y normal). Recibieron ventilación durante dos periodos de 60 minutos, uno en ASV 1.1 y el otro en APV‑CMV. Se mantuvo la misma ventilación por minuto en los dos modos. APV‑CMV ajusta la presión aplicada para evitar volúmenes tidales bajos o altos cuando cambia la compliance, pero mantiene el volumen tidal objetivo (VT) fijado por el médico siempre que la presión permanezca por debajo del límite establecido. Sin embargo, ASV determina la combinación óptima de frecuencia respiratoria (FR) y VT para el volumen por minuto fijado por el médico basado en un análisis respiración a respiración de la mecánica respiratoria del paciente. Este comportamiento coincide con la recomendación de la Pediatric Acute Lung Injury Consensus Conference de seleccionar el VT en función de la gravedad de la enfermedad de cada paciente (
La presión de trabajo se calculó como la diferencia entre la presión de meseta y la presión positiva al final de la espiración total (PEEP total). Estos parámetros se midieron mediante una maniobra de pausa al final de la inspiración y otra al final de la espiración, respectivamente. Se descubrió que la ∆P media durante la fase de ASV 1.1 era considerablemente menor que la producida durante el periodo de APV‑CMV (10,4 [8,5−12,1 {IQR}]) y 12,4 [10,5−15,3 {IQR}] cmH2O, respectivamente [p < 0,001]). Además, el volumen tidal medio fue considerablemente más bajo en el grupo de ASV 1.1 (6,4 ml/kg frente a 7,9 ml/kg; p < 0,001), como también lo fueron la presión inspiratoria máxima (19,1 cmH2O frente a 22,5 cmH2O; p = 0,001) y la presión de meseta (16,9 cmH2O frente a 18,4 cmH2O; p < 0,001). El CO2 al final del volumen tidal fue considerablemente mayor (41 mmHg frente a 38 mmHg; p = 0,001). En los dos grupos ninguno de los parámetros de ventilación ni de los valores de gases en la sangre arterial superaron las recomendaciones actuales para la ventilación mecánica en pacientes pediátricos, por lo que todos los pacientes permanecieron dentro de zonas seguras en todo momento (
Si bien es posible obtener resultados similares en un control de volumen con presión regulada al reducir el VT objetivo, para ello es necesario contar con personal suficiente que realice los ajustes. Especialmente cuando los recursos son limitados, ASV 1.1 ofrece la ventaja de ajustar automáticamente el VT y la FR respecto a un cambio en la mecánica respiratoria en el momento en que este se produce. Aun en el caso de que se cuente con recursos suficientes, resulta evidente que la valoración automática de la ventilación de manera continua puede reducir la carga del personal de la UCI.
En el segundo estudio, los mismos investigadores compararon la valoración de FiO2 manual con el uso de un sistema de valoración de FiO2 de bucle cerrado en pacientes pediátricos (
El estudio actual incluía una cohorte de 30 pacientes con una edad media de 21 meses y estados pulmonares heterogéneos, 12 de ellos con SDRA pediátrica (
Los resultados demostraron que los pacientes pasaron considerablemente más tiempo en el intervalo óptimo con el controlador de FiO2 activado que con la valoración de FiO2 manual (96,1 % [93,7‑98,6 {IQR}] frente al 78,4 % [51,3‑94,8 {IQR}; [p < 0,001]). Además, también pasaron bastante menos tiempo en zonas bajas inaceptables, subóptimas y aceptables, y en zonas altas subóptimas con el control de FiO2 automático (valores p de 0,032, 0,008, 0,004 y 0,001, respectivamente). Un hallazgo adicional fue el porcentaje medio menor de FiO2 con el control de FiO2 automático. Los resultados obtenidos en un estudio realizado en niños que recibieron VV‑ECMO en el que se estableció una posible relación entre una FiO2 más alta y la mortalidad (
En cuanto a la eficiencia, los autores han destacado diversos aspectos diferentes. En primer lugar, el número muy superior de ajustes por paciente que realizó el controlador de FiO2 en comparación con los manuales (52 [11,8‑67 {IQR}] frente a 1 [0‑2 {IQR}], p < 0,001). Si hacer solo un cambio cada dos horas en 30 pacientes puede llegar a consumir los recursos del hospital, realizar varios cambios manualmente en un periodo de dos horas es poco viable. En segundo lugar, tanto el índice de oxigenación medio como el uso de O2 medio fueron inferiores durante la fase automática en comparación con la manual, lo que representa un uso más eficiente del oxígeno terapéutico.
Además de aportar información adicional a las pruebas tan limitadas disponibles sobre el uso de los modos de ventilación automática en pacientes pediátricos, estos dos estudios demuestran las ventajas potenciales de la automatización en cuanto a eficiencia. Los modos de ventilación automática no solo permiten un mayor número de ajustes como respuesta a los cambios en el estado del paciente, sino que también reducen la carga de trabajo del personal sanitario. Este aspecto ha cobrado mucha más importancia, especialmente durante la reciente situación de pandemia.